viernes, 30 de mayo de 2014

Los segundos vuelan, los minutos desaparecen y las horas pasan.

Llega un momento en la vida de una persona rutinaria, en el cual, toca levantarse.
Llevas hibernando todo el invierno, ¿para qué?
Siesta por aquí, siesta por allá, sueños raros, bonitos, baratos y desconcertantes.
La hibernación es un estado en el que el ser, durante un determinado tiempo, se aisla del mundo y dormita a la espera de algo.
Pero cuando llega la primera toca despertar y también ponerse al día en todo aquello que has dejado por hacer o simplemente lo tienes que hacer.
No sabes por donde empezar y cuando empiezas lo haces mal. Te dices a ti misma que lo tienes que hacer, y buscas un determinado momento para hacerlo bien y en condiciones.
Pero pasa la primavera y llega el abrasador verano.
Estas en un estado de ánimo de quiero, pero el calor me da pereza.
Y el tiempo pasa y todo aquello que habías predispuesto para ese lugar y hora pasan de nuevo.
Los segundos vuelan, los minutos desaparecen y las horas pasan.
Llega otoño.
No es mala estación. Es más, creo que es mi favorita, pero eso es otra historia.
El otoño es parecido al invierno, pero con la diferencia de que aún se pueden ver esos pequeños rayos de sol que poco a poco van disipándose entre las hojas secas de los árboles.
Y terminan volviendo el día más oscuro y la noche más fría.
Todo quedó abandonado en el momento preciso de haber sido ejecutado.
El invierno vuelve y la oscuridad se cierne con cielos grises, nieve que crea un efecto opaco a la vista y noches de sueños raros, bonitos, baratos y desconcertantes.



domingo, 6 de abril de 2014

Reflexión sobre la pintura

Cuando dibujo, todo aquello que está a mi alrededor se desvanece. Lo ignoro totalmente y es en el único momento en el que mi mente se pierde en un fondo blanco.
Cuando dibujo, empiezo por simples bocetos.
Cojo el lápiz e intento trazar aquello que quiero pintar.
Cuando algo me sale mal lo corrijo con la goma.
Cuando veo que el diseño va bien lo repaso con un bolígrafo de tinta.
Cuando está repasado, borro las marcas aún existentes del lápiz.
Y cuando ya no queda lápiz, uso mis lapiceros de colores para darle más vida al dibujo.

Pero cuando un dibujo sale mal no siempre se puede arreglar.
Has apretado demasiado con el lápiz.
Intentas borrarlo, pero queda marca.
En ese momento dices "no pasa nada", y sigues dibujando.
Añades más detalles para corregir tu error, pero luego queda muy recargado.
"No pasa nada", y lo repasas, "luego al darle color lo arreglo".
Lo pintas, lo ves bien a la vez que, de alguna manera, aunque lo hayas arreglado, esa marca de lápiz la sigues viendo.
"No pasa nada", te lo repites una y otra vez por el simple hecho de sentirte bien y piensas en darle sombras para contrastarlo más y que esa marca se vaya de alguna manera.

Da igual.
Te ha quedado un dibujo increíble, pero esa marca sigue ahí.
Pasas tu dedo por encima y la sientes.
No te sientes a gusto contigo misma, pero guardas el dibujo porque sabes que si lo rompes, lo tiras o lo quemas, el recuerdo de este seguirá en tu mente, y terminarás arrepintiéndote porque lo has desechado de tu vida.

Da igual lo que hagas, seguirá en tu vida de un modo u otro, y lo único que puedes hacer es mejorarlo, pero nunca saldrá igual.
Pero en mi vida he desechado ningún dibujo, puede que algún boceto o garabato, pero porque son simples ideas iniciales que pueden o no ser realizadas, y al final me he sentido orgullosa de mi misma por mantenerlo aquello, que a pesar de tener algún fallo he conseguido mantenerlo.

Pero hasta ahora nunca me había dado cuenta que trazaba un camino, en el que intento vivir ocultando esos fallos, para que cualquiera que viese el dibujo no lo descubriese.
Algunos se daban cuenta, y terminaba por no importar su opinión porque me decían "lo has intentado, y aunque no es perfecto, te ha quedado genial y es tuyo".
Me sacaban sonrisas, hacían que me sintiese bien conmigo misma a pesar de mis fallos.
Otros lo criticaban solo por el hecho de que sabían que podías dar más de mi misma, y a veces una mala crítica es mejor que una buena.
Pero luego está esa persona que te dice "no está mal", "está bien", "es mejorable"...Pero tu no te quedas a gusto porque sabes que hay algo escondido en esas palabras transmitidas desde ese pensamiento.
"¿Qué me quieres decir?", "qué piensas?", pero no preguntas por miedo a la respuesta, y es en ese momento que tu mente pasa de un fondo blanco a uno multicolor.
Es un remolino de pensamientos negativos y positivos que atormentan durante horas, días y semanas hasta que llegas a la conclusión de que realmente aquella respuesta no era más que eso sin nada oculto.
Pero el recuerdo de ello seguirá de alguna manera.

Sé que todo lo que hago no es perfecto, por eso me gusta saber la opinión de los demás en caso de no sentirme segura de mí misma, pero cuando me dan respuestas que son, ni si, ni no, me siento mal y por no dar vueltas al asunto, lo dejo tal cual está y creo que todo ello, por escuchar algo que no quiero.



martes, 25 de marzo de 2014

El dragón azul

No sé como definirlo. Miedo, anguatia, desesperación.
Estaba atrapada en un mundo que casi controlo.
Pude sentir el suelo que mis pies pisaban.
Pude sentir el frío y el calor en mi piel.
Pude sentir más que nadie. Y lo que se siente no se olvida.

Deambulaba por la zona de bares a los que frecuento ir cuando salgo de noche.
Había bebido, pero no estaba borracha.
La gente me empezó a mirar raro.
Me daba igual, pero empezaron a mirarme con desprecio.
No me importa lo que la gente pensase de mí, pero aquello asustaba.
Entre en un bar en busca de algo para beber.
La gente estaba extrañada.
Me acerqué a un grupo de gente que andaba cerca de mí.
Les pregunté si me miraban raro por algo en especial.
"Tú no eres de aquí no?" Eso me dijeron.
Se supone que era de donde estaba. El pueblo en el que nací.
Les dije que si.
Sus risas llegaron a cada rincón del bar.
"Otra perdida."
No dijeron más y se fueron.
Me sentía mal. Muy mal.
Miré a mi alrededor y lo ví todo distinto.
La gente llevaba ropas extrañas. Estaban borrachos todos. Y nadie ayudaba a los caídos en medio de la pista.
Era una imagen deplorable. Todo aquello era superficial.
Sin pensarlo dos veces salí de allí.
Cogí mi móvil e intenté llamar a alguién. No tenía cobertura.
No sé que pasaba, pero empezaba a tener algo de frustación por todo aquello.
Sin darme cuenta, unas manos agarraron mi brazo y me llevaron hasta un callejón.
Pude ver como un par de chicos algo desaliñados, miraban a todos lados mientras me decían que fuese con ellos.
No sé porque, pero algo me dijo que debía acompañarles.
Llegamos hasta otro rincón más apartados de aquella inmundicia de gente y me contaron lo que pasaba.
"No es real." Estuve repitiendo esa frase en mi cabeza mucho tiempo.
Me dijeron que en esta vida hay toda clase de mundos, y que todos ellos están conectados por puertas que se abren al azar en cualquier momento del tiempo y el espacio.
Yo ya no sabía si creerlos o no. Solo quería volver a casa.
Pero me lo enseñaron todo.
Me llevaron hasta una de esas puertas "mágicas" y observé boquiabierta como tan tranquilamente la gente entraba y salía de la nada.
Luego me explicaron que clase de mundo era aquel.
Era un mundo cambiante. Un mundo que estaba en continuo movimiento, es decir, sus calles, sus casas, el suelo, todo se movía. Nadie ni nada interponía ese movimiento. Todo iba por su cuenta.
Después de todo esto, los dos chicos me dieron unas ropas un tanto excéntricas para pasar inadvertidas, ya que en aquel mundo no todos los extranjeros eran bienvenidos.
Me dieron algo de dinero local y me hablaron sobre una especie de discoteca-hostal en la que da igual quien seas o de donde seas, serás recibido con respeto. El dragón azul.
Les di las gracias y empecé a andar.
No podía creer que veía.
No había orden ni ley en aquel lugar.
Pero hacía frío y mis pies estaban doloridos ya.
Pregunté a la gente con la que me encontraba y todos se reían de mi como si estuviese loca o dijese incoherencias.
Botellas, plásticos y todo tipo de recipientes se amontaban en la acera como si se hubiese montado el mayor de los botellones.
Daba asco.
Pregunté a varias personas más que me parecían más serias.
"Huye. Encuentra el dragón rápido antes de que te encuentren."
Empecé a asustarme más.
No sabía donde quedaba ese sitio. Resulta que ese "lugar" se mueve.
Seguí andando. Cada vez tenía más frío.
Andaba por un paseo cerca de un río. De fondo se veía la ciudad llena de colores por todos lados.
De alguna manera creo que fue lo más bonito que vi.
Llegué a un barrio que parecía más tranquilo, pero también había música y alcohol a mansalva.
Vi a una pareja de adultos y les pregunté sobre el dragón.
"Ahí está".
Me señalaron a una especie de coche mini azul marino, tuneado para parecer un dragón.
Estaba alucinando.
Pero lo mejor llegó cuando un chico, este más normalito, entro al coche, se subió de cuclillas al asiento y este empezó a descender como un ascensor.
El tío desapareció y a los dos segundos el coche también.
El lugar donde había estado el coche era normal. Ni agujeros, ni puertas ni nada.
¿Dónde cojones estaba?
¿Qué clase de mundo era aquel?
Volví a empezar de nuevo mi búsqueda.
Creo que pasó como una hora hasta que mi móvil empezó a vibrar.
Tenía llamadas de familia, amigos y conocidos.
Pero no sé por qué, intenté llamarles y el móvil de alguna manera cortaba la llamada.
Solo me faltaba por probar un número más. Este daba señal, y entre lloros, no sé si de alegría o desesperación, dije: "Ayúdame".
Oí mi nombre y preguntar con alegría a ea persona que donde estaba que estaba muy preocupado.
Se cortó. La jodida llamada se cortó. Ya no tenía batería.
Dejé caerme al suelo de rodillas y lloré largo y tendido.
Aunque estaba un poco feliz de haber podido escuchar su voz al menos unos segundos.
Me limpié la cara y seguí andando como unos quince minutos.
Me encontré con un hombre que paseaba un perro. Era joven.
No sé como terminé siguiéndole y entrando en un garage.
Había dos hombres más allí y me miraron extrañados.
Pedí disculpas y salí de allí casi corriendo.
No se si fueron unos 4 metros los que corrí cuando me encontré con aquel coche tan raro.
El dragón azul.
En ese momento volví a llorar de alegría.
Aunque aquel mundo no fuese mi hogar, al menos podría descansar y al día siguiente intentar volver a mi casa. A volver a ver a mis seres queridos.

Tenía curiosidad por lo que me iba a encontrar, pero por la gracia del destino me desperté.
Estaba en mi cama echada.
No sabía que estaba echada en mi cama hasta que he empezado a toquetearlo todo y me he despertado del todo y los microsueños han cesado algo. Aún tengo alguno a ratos.
Pero lo que de verdad quiero transmitir es que aún ya despierta, sigo sintiendo esa frustración, ese miedo y esa angustia que me envolvían en el sueño.
He podido sentir de verdad que podía tocar el suelo y he sentido frío a pesar de que al despertarme estaba tapada.
No se como puede ser, pero mis sueños están empezando a mutilar mi mente poco a poco y básicamente mi visión de la realidad comienza a ser distorsionada, dejando así mi cabeza expuesta a todo delirio que se precie.
Por una parte me obsesiona este mundo soñado, a la vez que me alegra ya que me aparta de la verdadera y cruda realidad.

domingo, 23 de marzo de 2014

Bucle

Ese momento en el que piensas. Piensas mucho. Demasiado.
Tu vida se convierte en tomar dos simples decisiones que no harían más que complicar el camino.
Y no sabes si dejarte llevar o desquiciarte con lo correcto.

martes, 11 de marzo de 2014

Historias para no dormir

No veía nada.
Mis ojos estaban tapados por un pañuelo. Es suave.
Todo estaba oscuro.
Sentía como el sudor bajaba lentamente desde mi frente hasta mis pechos.
Sentía frío y a la vez calor.
A penas podía mantenerme cuerda.
Creo que me han drogado.
Tengo los brazos elevados.
Me han amarrado. Creo que son unas esposas, pero no me hacen daño.
No llevo ropa. Solo tengo mis calcetines y las bragas.
Supongo que...¿Gracias?
No se por qué, pero no siento a penas miedo.
Siento curiosidad.
Siento mi cuerpo estremecerse.
Es inquietantemente encantadora esta situación.
¿Cómo he llegado aquí?
No lo sé. No sé por que estoy aquí, pero dada mi situación me hago una idea. Una idea irresistiblemente tentadora.
Deseo que ocurra.
Deseo ser tocada.
Sé que hay alguien ahí, y se que no estoy casi desnuda para solo mirar mi cuerpo en este estado.
Me acarician.
Unos dedos recorren mi espalda suavemente.
Me encanta.
Mi vello se eriza. Mi respiración se agita.
Le siento por mi cintura. Lo siento cerca.
Le oigo respirar. Lo hace fuerte.
Su cuerpo está cerca. Es caliente.
Acaricia mi torso. Es demasiado.
Sube hacia mis pechos. Mi cuello.
Ha agarrado mi cuello. No me hace daño.
Vuelvo a sentir su aliento.
Besa mi cuello. Lo lame. Lo muerde.
Sus manos recorren mi cuerpo.
Estoy muy cachonda.
Vuelve a mi cintura. Hazlo. Mete tus manos en mis bragas. ¡Hazlo!
Lo hizo. Y lo hizo suavemente.
Primero fue lento. ¡Dios!
Abrí mis piernas. Quería que me lo hiciese. Pero no.
Simplemente siguió jugando conmigo.
Me encantaba.
Peeo quería más.
Acarició mi clítoris con un poco mas de presión. Házmelo ya hijo de puta.
Nadie me había hecho sentir así.
Estaba desesperada.
Noté su otra mano.
Esta vez la metió. Me metió sus dedos. Pero eso nonera placer.
Estaba en el jodido paraíso.
Los movió más rápido. Y gemí como una loca. Me corrí.
Sacó sus manos. Se apartó de mi espalda.
¿Dónde está? Quiero que siga.
Le siento de nuevo. Sus labios rozan los míos.
Me agarra. Ha levantado mis piernas. Le agarré la cintura.
Me acerca a él. Siento todo su cuerpo. Está empalmado.
Eso me pone más y más.
Nuestros labios siguen rozándose. Me lancé. Se apartó. Volvió de nuevo. Seguimos así mientras me acariciaba y arañaba la piel lenta y delicadamente. Me besó. Nos besamos alocadamente.
Nuestras lenguas se encontraron.
Y llegó el momento. Apartó mis piernas y me quitó las bragas.
Colocó de nuevo mis piernas en su cintura. Y me la metió.
Me la metió hasta el fondo. Era increíble.
Me agarraba el culo fuertemente con sus manos.
Me la estaba metiendo y sacando lentamente. Era desquiciante.
Pero grandioso. Nunca me había sentido así.
Pero sin darme cuenta aceleró el ritmo.
Le oí. Estaba disfrutando. Y yo también.
Pero no aguantaremos mucho más.
Su polla arde y mi coño también.
Estaba gritando. Y gritaba como nunca.
Y me lo dijo. "Córrete. Corrámonos juntos".
Y así fue.
Pude sentirle. Y él a mí. Le agarré más fuerte con mis piernas. Él agarró mi espalda.
No era normal lo que ocurrió. Pero fue impresionante.
No tenía nombre.
Nuestros cuerpos se fusionaron. Nos corrimos entre gritos.
Y lo demás fue silencio.
Poco después me soltó. Me quitó las esposas. No huí. Me agarró y me atrajo a él. Toqué su cuerpo con sus manos. Notaba aún su respiración algo agitada.
Volvió a rozar sus labios con los míos. Me besó. Le besé.
Agarró mi cara suavemente. Se acercó a mi oído. Gracias por este sueño preciosa. Eso me dijo.
Me empecé a sentir mareada. Me volvió a drogar. ¿Cuándo?
Me agarró más fuerte. Me desmayé.
Desperté en mi cama con sudores fríos.
¿Había sido un sueño?
Esperaba que no.
Me incorporé un poco. Era de día.
Y me sorprendí al ver que estaba en bragas y calcetines. Mi corazón se exaltó.
Tenía algo en las bragas. Una nota.
Había una nota en ellas.
La leí. "Nos vemos esta noche de nuevo preciosa".
Dejé caer mi cuerpo. Lo acaricié lentamente recordándolo todo.
Mi visión se dirigía al techo.
Cerré los ojos. Sonreí. Reí.
Nos veremos de nuevo.


Esto, señoras y señores, es un trabajo para clase, espero que os haya gustado, porque los de mi escuela han flipado jaja.
Dulces sueños.